¿Qué tienen en común Argentina y Estados Unidos en comercio y economía?

¿Qué tienen en común Argentina y Estados Unidos en comercio y economía? oct, 31 2025

Argentina y Estados Unidos no comparten fronteras, idioma ni sistema político, pero si miras con atención su comercio, su historia económica y cómo se conectan con el mundo, encuentras más similitudes de las que crees. No es solo sobre soja o carne. Es sobre cómo dos países muy distintos construyeron sus economías sobre la misma idea: tierra fértil y mercados globales.

Las dos potencias agrícolas del hemisferio

Argentina y Estados Unidos son los dos mayores exportadores de granos y proteínas animales de las Américas. En 2024, Argentina envió más de 40 millones de toneladas de soja al mundo, y casi la mitad terminó en China, pero el 15% llegó directamente a Estados Unidos. ¿Por qué? Porque Estados Unidos importa soja no solo para alimentar a su ganado, sino también para procesarla en aceites, harinas y biocombustibles. Argentina, por su parte, depende de esos mercados para sostener su balanza comercial.

En carne bovina, la situación es similar. Estados Unidos es el mayor consumidor de carne del mundo, pero no produce suficiente para cubrir su demanda. En 2024, importó más de 1.2 millones de toneladas de carne, y Argentina fue uno de los cinco proveedores principales. No es un detalle menor: cada año, más de 200.000 cabezas de ganado argentino cruzan el Atlántico para terminar en supermercados de Texas, Florida o California.

El mismo modelo: exportar materias primas, importar tecnología

Aunque Estados Unidos es la economía más tecnológica del planeta y Argentina tiene una industria manufacturera limitada, ambos siguen el mismo patrón económico: producir recursos naturales y comprar lo que no pueden hacer eficientemente. Estados Unidos exporta maquinaria agrícola, aviones y software. Argentina exporta trigo, maíz, vino y miel. Y en el medio, hay un intercambio silencioso: empresas estadounidenses como John Deere, Monsanto y Cargill tienen operaciones clave en el interior de Argentina. Sus máquinas sembraron los campos de Córdoba y Entre Ríos. Sus sistemas de logística movieron la producción hacia los puertos de Rosario y Bahía Blanca.

Argentina no fabrica chips, pero sí necesita los que vienen de California. Estados Unidos no cultiva uvas Malbec, pero sí bebe los vinos que vienen de Mendoza. Esta relación no es de dependencia, sino de complementariedad. Uno tiene la tierra y el clima. El otro tiene la tecnología y el capital. Juntos, funcionan.

Bodega en Mendoza donde se embotella vino Malbec para exportación a Estados Unidos.

Historia compartida: inmigración y emprendimiento

Entre 1880 y 1930, más de un millón de italianos y españoles llegaron a Argentina. Pero también llegaron miles de estadounidenses. No eran turistas. Eran ingenieros, agricultores, comerciantes y empresarios que vinieron a construir ferrocarriles, abrir fábricas de alimentos y establecer bancos. En la década de 1920, había más de 50 empresas estadounidenses operando en Argentina. Algunas, como la Ford Argentina, se convirtieron en pilares de la industria local.

La herencia sigue viva. Hoy, más de 2.000 empresas estadounidenses tienen filiales en Argentina. Google, Microsoft, Coca-Cola, Walmart y Apple no solo venden productos aquí: contratan ingenieros, desarrollan centros de datos y adaptan sus servicios al mercado local. Por otro lado, emprendedores argentinos como los fundadores de Mercado Libre y Globant venden sus servicios a Estados Unidos. Mercado Libre, por ejemplo, tiene más de 10 millones de usuarios activos en EE.UU. y factura más de 500 millones de dólares al año allí.

Desafíos parecidos, soluciones distintas

Ambos países enfrentan problemas similares: inflación, deuda externa, infraestructura desgastada y desigualdad. Pero sus respuestas son opuestas. Estados Unidos usa su moneda global (el dólar) para financiar déficits sin crisis inmediatas. Argentina, sin esa ventaja, ha tenido que recurrir a devaluaciones, controles y ajustes dolorosos.

En los últimos 20 años, Argentina ha tenido siete devaluaciones mayores. Estados Unidos, en cambio, ha mantenido el dólar estable mientras su deuda crecía hasta los 34 billones de dólares. ¿Cómo? Porque el mundo confía en el dólar como reserva. Argentina no tiene esa confianza. Pero sí tiene algo que muchos países no tienen: una clase media educada, una red de pequeños productores eficientes y una cultura de adaptación.

En 2024, el 68% de las exportaciones argentinas no venían de grandes corporaciones, sino de pymes y productores familiares. En Estados Unidos, el 97% de las empresas son pequeñas, y muchas exportan directamente. Ambos países confían más en el emprendimiento local de lo que parece.

Dos manos cruzando el océano intercambiando soja y tecnología digital.

El futuro: más integración, no menos

En 2025, Argentina y Estados Unidos están negociando un nuevo acuerdo de cooperación comercial, no un tratado de libre comercio completo, pero sí un marco para facilitar el intercambio de productos agrícolas certificados, tecnología limpia y servicios digitales. El objetivo no es reemplazar a China o la Unión Europea, sino diversificar.

Estados Unidos busca fuentes de alimentos estables y no vinculadas a Rusia o China. Argentina busca acceso a mercados más seguros y tecnologías para aumentar su productividad. No es una alianza política. Es una alianza económica real, basada en necesidades concretas.

En Mendoza, donde vivo, los viñedos que exportan a Nueva York también compran insumos de Illinois. En Rosario, los silos que envían soja a Chicago reciben software de Texas para optimizar el transporte. No son relaciones de poder. Son relaciones de interdependencia. Y en un mundo volátil, eso es lo más valioso que tienen ambos países: la capacidad de confiar en lo que el otro puede entregar.

Lo que no se ve, pero sí se siente

Hay una conexión invisible: la red de estudiantes argentinos que estudian en universidades estadounidenses y regresan para fundar startups. La de ingenieros que trabajan en empresas de Silicon Valley y luego traen ideas a Buenos Aires. La de familias que tienen parientes en ambos países y que, sin darse cuenta, mueven millones de dólares en remesas y compras en línea.

En 2024, más de 12.000 argentinos se mudaron a Estados Unidos por trabajo. Y más de 8.000 estadounidenses eligieron vivir en Argentina, muchos en ciudades como Mendoza, Córdoba o Bariloche. No vienen solo por el costo de vida. Viene por la calidad de vida, por la cultura, por la comida. Y llevan consigo sus hábitos de consumo, sus apps, sus formas de hacer negocios.

Esto no es una colonización. Es una convergencia. Dos naciones que, a pesar de sus diferencias, encontraron un punto de encuentro: el mercado global. Y en ese espacio, no importa si eres de Buenos Aires o de Boston. Lo que importa es lo que puedes ofrecer, y lo que el otro necesita.

¿Argentina exporta más a Estados Unidos que a China?

No. China es el principal destino de las exportaciones argentinas, recibiendo más del 30% del total, principalmente soja y aceite de soja. Estados Unidos recibe alrededor del 10-12%, pero es el segundo mercado más importante para productos de valor agregado como vinos, miel, frutas frescas y carne de alta calidad. China compra por volumen. Estados Unidos paga más por calidad y certificación.

¿Por qué Estados Unidos importa carne de Argentina y no de Brasil?

Brasil exporta más carne, pero Estados Unidos tiene restricciones sanitarias que favorecen a Argentina. La carne argentina tiene menos uso de antibióticos y hormonas, y cumple con estándares más estrictos de trazabilidad. Además, Argentina tiene una certificación de libre de fiebre aftosa desde hace más de 20 años, lo que la hace más confiable para mercados sensibles como EE.UU. y Japón.

¿Hay acuerdos comerciales formales entre Argentina y Estados Unidos?

No hay un tratado de libre comercio, pero sí existen acuerdos de cooperación técnica, como el Memorando de Entendimiento sobre Agricultura Sostenible (2023) y el Diálogo de Comercio e Inversión (TID, por sus siglas en inglés). Estos acuerdos facilitan el acceso de productos argentinos a mercados estadounidenses mediante certificaciones mutuas y eliminación de barreras técnicas, sin necesidad de un tratado completo.

¿Qué empresas argentinas tienen éxito en Estados Unidos?

Mercado Libre es la más grande: opera como marketplace en EE.UU. y tiene más de 10 millones de usuarios. Globant, una empresa de tecnología con sede en Buenos Aires, tiene más de 20 oficinas en Estados Unidos y emplea a más de 10.000 personas allí. Otras como PedidosYa (ahora parte de Delivery Hero), y empresas de software como VTEX y Taringa! también tienen presencia activa en el mercado estadounidense.

¿Es Argentina un competidor directo de Estados Unidos en agricultura?

No, son complementarios. Estados Unidos produce maíz y soja en grandes volúmenes, pero Argentina tiene ventajas climáticas en regiones como el Litoral, donde puede cosechar dos veces al año. Mientras EE.UU. exporta grano para alimentación animal, Argentina se especializa en productos de mayor valor agregado: aceite de soja orgánico, miel sin pasteurizar, vinos premium y frutas frescas fuera de temporada. No compiten por lo mismo.

9 Comentarios

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    Josue Cabello

    noviembre 5, 2025 AT 07:55

    La soja es lo único que exporta Argentina, y ni siquiera la procesa bien. EE.UU. sí la transforma en biocombustibles y harina, y encima te la compra barata. No es complementariedad, es que vos tenés tierra y ellos tienen dinero y tecnología. Punto.

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    andres parreno

    noviembre 6, 2025 AT 01:58

    Claro, pero no olviden que las pymes argentinas están vendiendo a EE.UU. sin ayuda del gobierno. Eso es lo que importa. No son los grandes, son los chicos los que están ganando.

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    Jordi Manero

    noviembre 7, 2025 AT 02:07

    Qué ingenuidad. Esto no es complementariedad, es neocolonialismo disfrazado de cooperación. Las multinacionales estadounidenses se llevan los recursos, las ganancias y la tecnología, mientras Argentina se queda con la deuda y la contaminación. El ‘modelo’ que describen es el mismo que aplastó a África y Asia. Solo que ahora usan palabras bonitas como ‘sostenibilidad’ y ‘certificación’ para ocultar la extracción.


    Y no me vengan con lo de ‘emprendedores argentinos’ - Mercado Libre no es un triunfo nacional, es un acrónimo de capital extranjero. ¿Creen que Google o Apple les dan empleo por caridad? No. Les compran talento barato y luego lo exportan como ‘innovación made in Argentina’.


    La verdad es que Argentina no tiene opción. Si no vende soja y carne a EE.UU., colapsa. Pero eso no lo hace heroico. Lo hace dependiente. Y la dependencia no es una virtud, es una enfermedad.

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    PJ Perez

    noviembre 7, 2025 AT 23:26

    ¿Alguien más sospecha que esto es parte de un plan para desestabilizar a China? No es casualidad que EE.UU. esté buscando alternativas a la soja brasileña y argentina. Tienen un plan geopolítico: aislar a China en el comercio agrícola y crear una cadena de suministro ‘amigable’ en las Américas. ¿Y quién facilita eso? Argentina, con su gobierno débil y su clase política corrupta. No son aliados. Son peones.


    Y no me digan que es por ‘calidad’. ¿Por qué entonces no compran carne de Uruguay o Nueva Zelanda? Porque Uruguay no tiene deuda externa y Nueva Zelanda no es un campo de pruebas para el capitalismo extractivista. Argentina sí. Y eso es lo que realmente importa.


    La ‘convergencia cultural’ que mencionan? Solo es migración forzada por la crisis. Los argentinos no van a EE.UU. por calidad de vida, van porque no tienen pan. Y los estadounidenses que vienen acá? Son exiliados del sistema, fugitivos del costo de vida en California. No es romanticismo, es desesperación mutua.

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    Rigo Venegas

    noviembre 8, 2025 AT 10:36

    Interesante lo de los viñedos de Mendoza y los silos de Rosario. Nunca lo había pensado así. Pero sí, es raro cómo dos países tan distintos terminan enredados de esta forma. No es amor, no es odio. Es economía. Simple.

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    jorge salas

    noviembre 9, 2025 AT 17:53

    ¡Qué tontería de artículo! ¿Complementariedad? ¡Qué va! Argentina es el depósito de basura agrícola de EE.UU. Mientras ellos se quedan con el software, la maquinaria y los mercados, nosotros nos quedamos con la deuda, la pobreza y los suelos agotados. ¿Y ustedes se creen que esto es ‘convergencia’? No, es una colonia moderna con tarjetas de crédito y Uber.


    ¡Miren a los ‘emprendedores’! Mercado Libre no es un orgullo nacional, es un filial de SoftBank con sede en Buenos Aires. Globant? Una fábrica de código barato para Silicon Valley. ¿Dónde está la industria argentina? ¿Dónde están las fábricas? ¿Dónde está la tecnología hecha aquí?


    Y no me vengan con lo de ‘pymes’. Las pymes no exportan, las exportan los grandes consorcios que las usan como brazo operativo. ¿Ustedes creen que un productor de miel en Salta negocia con Walmart directamente? ¡No! Lo hace a través de una empresa de Nueva York que le paga 2 dólares por kilo y lo vende por 20. Eso no es comercio, es robo con papeles.


    Y lo de ‘certificaciones’? ¡Qué chiste! EE.UU. exige certificaciones porque sabe que Argentina no tiene control sanitario. ¿Entonces por qué no le ponen un embargo? Porque si lo hacen, el precio de la carne en Texas se dispara. Así que prefieren mantenernos como su granja de bajo costo. Y ustedes aplauden. ¡Qué triste!


    Todo esto es un discurso de elite. Los que escriben esto viven en Palermo, toman café con leche en la calle Armenia y no saben lo que cuesta un kilo de carne en el interior. No es ‘complementariedad’. Es explotación. Y si no lo ven, es porque no quieren verlo.

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    Yeison Rivas

    noviembre 10, 2025 AT 21:57

    La clave está en la trazabilidad y la certificación. Eso es lo que permite que Argentina acceda a mercados de alto valor. No es solo la calidad del producto, es la confianza en el sistema. EE.UU. necesita eso. Y Argentina lo tiene.

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    Antón Perez Montero

    noviembre 11, 2025 AT 12:01

    Es importante no confundir la interdependencia con la subordinación. Argentina no es un proveedor pasivo, es un socio estratégico. El hecho de que empresas como Globant o Mercado Libre tengan éxito en EE.UU. demuestra que el conocimiento y la innovación también fluyen en dirección contraria. No es un camino de un solo sentido.


    La clave está en que ambos países, a pesar de sus diferencias estructurales, han desarrollado modelos de adaptación que les permiten coexistir en el mercado global sin imponerse. Eso es raro. Y valioso.

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    Nerea Ramírez Mellado

    noviembre 12, 2025 AT 17:06

    Lo que más me emociona de este texto no es lo económico, es lo humano. En Mendoza, donde vivo, hay viñedos que tienen etiquetas en inglés y en español. Los dueños hablan con sus clientes en Nueva York por Zoom y les mandan fotos de la cosecha. Yo compré un vino de un productor de Luján de Cuyo que vive en Austin ahora. Nos mandamos memes de sus perros y de las lluvias en Argentina. Esto no es comercio. Es conexión. Es gente común, con sus historias, sus errores, sus sueños, que se entienden sin necesidad de acuerdos políticos.


    Y sí, hay explotación, sí hay desigualdad, pero también hay algo más: un tejido invisible de relaciones que no se miden en dólares ni en toneladas. Esos argentinos que se van a EE.UU. no solo mandan remesas, mandan cultura. Y esos estadounidenses que se mudan a Bariloche? No solo compran casas, compran vida. Cambian el ritmo, la comida, el modo de ver el tiempo.


    No sé si esto es sostenible. Pero sí sé que es real. Y en un mundo donde todo se vuelve algoritmo y geopolítica, esto -esto que no se ve en los informes del FMI- es lo que nos mantiene humanos.


    El otro día, un vecino me dijo: ‘La soja no nos salva, pero el vino sí’. Y tenía razón. Porque la soja se vende. El vino se comparte.

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